viernes, 3 de febrero de 2012

El pirata Sinforoso.


El pirata halló su perdición cuando la encontró en la nave prisionera, la mirada fría, el pecho desbordante. El loro, en el hombro del pirata, vio en sus ojos un brillo extraño, y temiendo que su amo perdiera la cabeza, gritó: "¡El oro! ¡Cojamos el oro y huyamos!"
Sinforoso, ausente, contestó: "Este es mi tesoro."
Ella replicó: "Nunca me conseguiréis".
Y él: "Hoy mismo os desfloro."
Y ella, sacando pecho: "Me forzaréis pero no me tendréis."
Y él: "Seréis mi esclava".
Y ella: "Fría cual cadáver."
Y él: "Os adoro".
Y ella, contoneándose: "Como tantos otros".
Y el loro: "¡El oro!".
Sinforoso, la líbido asomando por los poros: "Nunca nadie osó desafiarme de este modo".
Ella levantó la falda mostrando una pierna  inacabable: "Con esta os daré tal patada que os partiré el espinazo."
Sinforoso, sudoroso, balbuceó: "Ayjiouuaaaaaaaammmmmlogggmmmeeeiuuuuuuu".
Ella se bajó el corpiño y el pirata, desorbitado, murió.
Y el loro: "¡El oro, maldita sea, el oro!".

No hay comentarios:

Publicar un comentario