El gobierno argentino ha expropiado la parte que Repsol manejaba en YPF. Y ya suenan tambores de guerra económica y Mariano Rajoy amenaza con rayos y truenos, y también ha ido lloriqueando a papá y mamá Bruselas porque Cristina les ha quitado el juguete a sus amiguitos accionistas de la multinacional. Pero papá y mamá le han dicho que, aun siendo un asunto que atenta contra las normas del capitalismo ortodoxo y salvaje, valga la redundancia, el problema es bilateral, y que de momento hará como Pilatos, seguir gobernando Europa como el cortijo en que la han convertido, y lavándose las manos en las cuestiones que afecten feamente a los integrantes del PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y Spain).
Argentina les ha quitado/expropiado, pagando a un precio que está por decidir, a los susodichos accionistas su máquina de hacer dinero a costa de los recursos naturales argentinos. El gobierno español, o los gobiernos en general, cuando privatizan/expropian empresas públicas solventes, como en su día era Telefónica, por ejemplo, para dársela a sus amiguetes, el robo es aún mayor, pues le quitan la empresa a los ciudadanos que con sus impuestos han levantado la empresa. A veces la privatización lleva las empresas a la ruina, como Iberia, o a tener beneficios ingentes, sobre todo para los directivos, a base de despedir trabajadores y de abusar en el sector respecto a la competencia.
Así que lo que ha hecho el gobierno de Cristina Fernández es recuperar para el pueblo argentino la gestión de sus recursos petrolífero/gasísticos saltándose las leyes no escritas del libre comercio/mercado, esa cosa tan mala. Lo curioso es que el 17 de septiembre de 1992 la propia Cristina Fernández, siendo diputada, apoyó la privatización de la entonces estatal YPF. Sorpresas te da la vida.
Me parece fenomenal que se nacionalicen empresas de sectores estratégicos, para evitar que los carroñeros financieros globales especulen y se forren estrangulando las economías locales. Otra cosa es que los que ahora van a gestionar esos recursos sepan/quieran hacerlo con acierto y no caigan en las mismas fechorías que los capitalistas, cosa que no sería de extrañar, por habitual. Pero al menos ahora está en manos de los argentinos (más o menos, que ya sabemos cómo son las “democracias” occidentales) el conseguir que eso no ocurra.
Al hilo de esta noticia y de la actitud del gobierno español, hace unos días dieron por La 2, una cadena seria, un reportaje sobre los “expolios” que la empresa norteamericana Odissey está haciendo en los barcos españoles cargados de oro y que naufragaron en el Atlántico. Salían algunos arqueólogos diciendo que estaban destrozando importantes fuentes para conocer la historia de España, además de quedarse por todo el morro con un patrimonio que pertenece a todos los españoles. Qué cosas.
En ningún momento dijeron que ese oro lo habían robado a sangre y fuego en la invasión de América, a cambio de muerte y destrucción. Hay una viñeta en la que se ve a un invasor cualquiera, pongamos Hernán Cortés o Pizarro, blandiendo la espada ante un nativo americano, al que grita: “¡Traemos cultura, educación, progreso!” Y el nativo le pregunta: “¿Y para qué es la espada, maestro?”. Sea YPF, sea aquel oro, sea el “¿por qué no te callas?”, siempre la misma actitud imperialista. De eso también sabemos un poco en Euskal Herria, casualmente ahora en nuestro particular quinto centenario de la conquista, a sangre y fuego también.
¿Cómo era ese refrán tan español...? Ah, sí: el que roba a un ladrón tiene cien años de perdón.
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