¡¡¡Delincuentes!!!
Hoy toca rollo.
Lo que viene a continuación son unas reflexiones sobre
lo de ayer. Se parecen mucho a las que escribí hace un año después de hacer
Peter Pan con el grupo de Cristina de Iparralde. Las sensaciones son las
mismas, así que lo voy a adaptar al momento actual, o sea, cambiando los datos
pero manteniendo la esencia, porque, como ya digo, los nervios, el sudor, el
miedo, la alegría, el subidón… han sido los mismos.
Quiero escribir esto ahora que todavía estoy con la
adrenalina haciendo carreras por las venas. Se supone que era la noche anterior
al estreno cuando uno no debía pegar ojo. Pues no. Ha sido la noche siguiente
al estreno cuando no he podido dormir. No me ha importado mucho porque, aunque
al día siguiente hay que madrugar para ir a currar, la noche en vela no lo ha
sido por estar preocupado con algo, sino por estar relamiéndome por los
momentos vividos a lo largo del día. Con los momentos buenos y con los de
nervios, con los sudores fríos y los calientes.
Quizá alguien diría: “No ha sido para tanto. Una obra
teatral fallida ocurre dos de cada cinco veces que vas al teatro, o tres de
cada diez, y más comprensión hay si además el público sabe que la realizan
alumnos novatos”. Puede que sí. Pero había tanta ilusión en el asunto, tanto
empeño en mejorar en cada ensayo, que a mí me parece que habría sido una enorme
frustración que la cosa acabara en fracaso. “Peor es que te extirpen un riñón,
o que te echen del trabajo”, dirá otro. Coño, pues sí. Pero uno lleva una vida
relativamente tranquila, con algún que otro sobresalto, y pocas veces se le
juntan en un día tantos sentimientos contrapuestos, tantas sensaciones extremas
y tantos sudores fríos y calientes. No sé vosotros, pero este día yo no lo voy
a olvidar.
El recorrido que iniciamos cuando la mayoría de
nosotros, allá en octubre, hicimos un círculo y dijimos nuestro nombre
acompañado de un gesto, y que acabó ayer, cuando se abrió el telón por última
vez para recibir los aplausos del público, ha sido un viaje que ha merecido la
pena. Para algunos ha supuesto descubrir que el sentido del ridículo es
derrotable, que el desparpajo en público no siempre va acompañado de sentir las
mejillas rojas como tomates a la brasa.
Acabado el curso, yo creo que ha estado muy bien, que
ha sido entretenido. Ya os he comentado que hace años hice un par de cursos en
el TAE, pero que había aprendido más en estos dos cursos con Cristina que en
los del TAE. La diferencia es que en aquella época debía estar de moda el
método Stanislavski (quiero decir Stajanowski), y en las clases, en lugar de
improvisaciones tirando a reales, o lúdicas, o entretenidas al menos, te decían
que salieras a escena e interpretaras una piedra, que te sintieras piedra, que
actuaras como una piedra, o un grifo, o una maceta. No daban mucho margen de
maniobra, la verdad. Pero en nuestras clases ha habido meneo, acción, y hemos
tenido un trimestre final en el que hemos tenido ocasión de saborear lo que son
las tablas.
No sé mucho de estas cosas, pero las seis o siete
veces antes de esta última que me he subido a un escenario ha habido un montón
de ensayos, varios días a la semana durante meses. Por eso que el año pasado me
pareció una osadía que Cristina nos propusiera Peter Pan, cuarenta y tantas
páginas de las que se pueden quitar algunas de texto explicativo, pero bueno,
un montón. El año pasado ensayamos Peter Pan unas siete veces, aparte de lo que
por grupos o cada uno ha hecho por su cuenta. Pero no es lo mismo. Tú puedes
saberte de arriba a abajo tu papel, pero si no lo integras con el de los demás,
con sus pausas, gestos y demás, no haces más que recitar, y para eso están los
poetas.
La primera obra en que participé en mayo de 2010 tenía
25 páginas de diálogos, y dura hora y cuarto. Empezaron a ensayarla siete
personas en febrero de 2010, dos días a la semana, y la estrenaron a finales de
octubre. Al menos siete meses ensayando. Sin cambios de decorado durante toda
la representación. Así que, ¿no fue una osadía que catorce novatos se pusieran
a preparar una obra de 16 personajes, 27 páginas, con cuatro cambios de
escenario (ensayados una única vez, y encima salió de pena), con algo más de
media docena de ensayos, alguno incluso sin directora, sólo tres ensayos de
toda la obra y nunca con todos los personajes, salvo el último? Pues sí. Pero
Cristina fue una directora atrevida, paciente y optimista. Me flipa cómo sabe
en cada momento cómo debe actuar alguien.
Fuimos unos osados, o unos ignorantes. Yo me decía que
aquello lo veía muy mal. A poco que lo comparara con la otra obra, lo de Peter
Pan acababa en fracaso. Pero si Cristina, que es la que entiende, dijo que
adelante, pues adelante. Pero me da que le presentas ese panorama a alguien que
sepa del negocio y te dice que prefiere pintarle las uñas a una leona.
Este año hemos sido 17 personas. Cierto que algunas
han tenido poco texto, pero hay que tener valor para soltar tu frase delante de
un montón de gente, y también tiene su aquel lo de saber estar en un escenario
sin nada que hacer y que, sin embargo, sea necesario que estés ahí porque si no
la escena no está bien. A diferencia del año pasado, en este hemos podido
ensayar más gracias al buen hacer de Iñaki,
engañando a sus vecinos para que nos dejaran el txoko a cambio de
representar la obra en fiestas de Lasarte. Visto lo de ayer, díles que cuando
quieran.
Este año también hemos sido unos osados. No unos
ignorantes, porque, al menos yo, visto lo de Peter Pan, estaba convencido de
que la cosa iba a salir bien. ¿Por qué? El año pasado la novia de un amigo,
actriz ella, me dijo que no se sabe por qué, pero siempre sale bien. Cristina
también lo decía ayer, que parece como que la gente se enchufa más ante el
público. Como que te sueltas más, como que la confianza te lleva en volandas.
Cuando Cristina se fue con el técnico de sonido y nos
dejó huérfanos, colgados de la brocha, aquello ya no tenía vuelta atrás, justo
cuando uno deseaba más fervientemente estar en la otra punta del planeta, qué
casualidad. Y unos cuantos buscando su guión para un último repaso y con el
público ocupando sus butacas. De esos momentos tengo la imagen de unas cuantas
personas andando de un lado a otro del escenario, como si fuéramos pacientes
del frenopático en la hora del patio, cada uno a su bola, sin rumbo, sin parar,
con la mirada perdida y el sudor, al menos en mi caso, fluyendo como las
cataratas de Iguazú.
Y el público que seguía llegando, mientras las flautas
chinas sonaban para nosotros como la música del apocalipsis, en lugar de ser el
bálsamo que nos calmara antes de la carnicería.
Se abrió el telón, y
en cuanto un servidor salió, colocó una silla en su sitio y puso el cuerno de
la ambulancia apuntando a Júpiter, la obra empezó a rodar, y que salen Andoni y
Josu y ponen voces de malos-malosos, y a rodar, y que el ídolo está manchado, y
la Venus del Nilo y nadie se ríe (¿será que piensan que realmente es del Nilo y
no de Milo?), y que estoy embarazada y son 4.000 euros, y la cosa iba, y que
Itxaso grita como Janet Leigh en Psicosis, que Javier está muerto, pues hay que
seguir con el ensayo, que si no el 24 nos cuelgan, y vamos al interrogatorio de
color amarillo, y que ahora traen la pizza, que venga, que la obra tiene que
acabar para las once. Y arratsalde on, buenas tardes, aparece una placa
auténtica de la ertzaintza (primera denuncia que nos va a caer) en manos del
comisario Patxi Goenaga, que parece que ha habido un accidente, pero no, mi
comisario, que la herida inciso ¡contusa! (muy bien agente Martínez de Luko)
indica que al técnico se lo han cargado. Y la gente que se ríe, muy pertinente,
agente Yanguas, que qué bien le quedaba el uniforme (segunda denuncia), y de
aquí no sale ni el técnico de sonido (vivo) que está con Cris hasta que esto se
resuelva, y la cosa que va adelante, y yo a usted le conozco, es que soy actor,
pues me voy a interrogar por allí, y pare agente Romerales, ay ay, claro, como
es hijo del director, entiéndele, que está pasando una mala racha, pero tiene
que ser un profesional, o el rey de un país exótico (otra denuncia), ¡y el
teatro es la vida! (¿o es al revés?), y las mujeres siempre iluminando el
camino de la Humanidad, hasta que pille al tontolaba que me ha robado el
sacapuntas, y más risas. Y que ya les echo una mano, total, por ver las cosas
desde el otro lado por una vez, y la cosa que va rodando, y el comisario también,
por el suelo, y jijí-jajá, y llegan el churrero, el forense y el juez, los
tres, ¡carámbanos! (aquí la academia de la lengua me va a poner una medalla por
recuperar un palabro tan castizo) y Eduard Punset, que mete muchos goles en el
Barça, y el CSI, y la cosa coge ritmo de crucero, y yo a usted le he condenado,
que no, que soy actor, claro, mucha… venia, y aparece la dueña del teatro con
un plumero, no, la señora de la limpieza, que es portuguesa, pero si no tiene
bigote (toma denuncia de la embajada de Portugal), ¡¡no!! y ¡¡usted!!, y en mis
cabales no están, pues yo le condeno a cadena perpetua, apabullante oiga, y que
esto ya no se para. Y este muerto lo tuneo yo, pero qué estropicio, señora, y
tú puedes hacerlo mejor, hijo, y mis papis osea me han pagado los mejores
actors studios de Hollywood, osea y lo superflipas osea, y a todo cerdo dios le
ayuda osea, que cómo corre esto, osea, ¿y tú te drogas? pues claro, y más
risas, y verás hijo, puedo explicártelo todo, ¡tú te has cargado al técnico con
el ídolo chino! y 6.000 euros ya, y nos vamos a Jamaica, volando vamos, y
ándale-ándale-ándale, carcamal, y tu hijo, sí bueno, ya, ¡hay que ayudarle a
escapar! Y cogemos impulso, que si es asesino porque no te dejan entrar en la
Bataplán, a la calle en cuatro días, y ¡por mi hijo YO-MA-TO!, ojo, primeros
aplausos de la noche (toma ya, uno devanándose los sesos para hacer humor
inglés y los espectadores se me tronchan con Belén Esteban. Me los comeré con
bechamel, a los espectadores). Y eres una mala víbora, ai, ene laztana, qué
romántico, y ahora son 8.000 euros, y yo manejo las finanzas y toma y toma, y
eres el mejor padre del mundo, no pasa nada (je, je), huye hijo, huye… Y
vuelven el forense y el churrero, los dos, y ¿podrá recuperarse…? Ja, que este
va para un funeral, ¡de vampiros caníbales! (¿existen los vampiros caníbales?),
y vuelve la autoridad, que esto es muy duro, Kepa, aunque no sé, no hay
cuchilla que pueda con esos cañones (jua, jua), pero qué meneo tiene, y yo la
becaria, y ahora resucitamos a los Village People, y el público que se jarta de
reír, y lo resumo, y rigos mostis, y no me toque, y tapa de recipiente verde,
huy la virgen, coliflor con sesos o viceversa, y qué plumero tan cabaretero,
¡datos! ¡datos!, y vamos llegando a la tercera mitad del siglo XXI, cuando
empiezan los monólogos, gran momento, emotivo, claro que sí, Alberto, segundos
aplausos de la noche, se tiró a la piscina sin saber si había agua, y salió sin
un rasguño, aunque tenía el parietal abollado y con arcadas por lo de la coliflor,
y la ética y las finanzas, y otorrinolaringólogo, y qué agobio, y, para mi la
frase más redonda de toda la obra (yo creo que Billy Wilder, Woody Allen,
Groucho Marx, Monty Python, Les Luthiers, Quino y toda la corte celestial que
me ha concedido este humor tan retorcido, me dio con la varita en el cráneo
cuando se me ocurrió): “Justo en la página del horóscopo, y acertaba de lleno:
Piscis, un suceso inesperado le abrirá la mente a los misterios del Lejano
Oriente”. Y encima rima. Con esta sí que me he reído yo solo, a carcajada
limpia.
Y aparece el autor
(muchísimas gracias, Natxo, qué susto les diste a los konpiñeros), y Otelo, y
el estilete florentino, y las vitrocerámicas, y los calzoncillos amarillos no
en su totalidad, y estos desgarramantas, y sin cochinadas oiga, aquí los
Rollings, y no me claves tus puñales.
Y se abre el telón y
de cabeza hacia la meta, y que casi me ponen al muerto anunciando colonia, y
que es de los chinos, Zhonghuá Rénmín Gònghéguó, y a mí me gusta el
pípiribipipí (así, con dos acentos), pero si es una mierda… ¿quién fue a
comprarla? eeeh, yo, y volví al de dos días y había una chatarrería, “Familia
Txillida” (otra denuncia, pero es que a estos sí que les tenía ganas), y que
llega el final, y ¿quién falta? Josu, el hijo del director, y no hay fin que
por bien no venga (¿cómo dice?), ¡de eso nada! y cuidado que el agente Kepa
desenfunda la porra (auténtica, otra denuncia), y hasta que el Athletic gane
UNA Copa del rey (qué jodido eres, que al final lo dijiste), y la cosa rueda, pim,
pam, pum, y nosotros también, y el asesino es… ¡Josu! (que lo sabíamos hace
media hora, por esto de las vitrocerámicas), y es que tenía una razón, que voy
a vomitar, no, era el amor, y baje que de aquí se le oye mejor, y este qué se
habrá tomado, y que me esperarás, toda la vida, hijo mío, bueno sí, pero una no
es de piedra, y para qué habré vuelto, y no cambies de tema, chaval, y Kepa al
tejado, y adiós, ¡vuelve! ¡pues me pongo bigote! ¡dame el papel! Y conseguimos
salir por el pasillo sin caernos ninguno, y Xabi que se fuga, y Edurne, mujer
fatal, que se lleva los ¿4.000? ¿6.000? ¿8.000? no sé, Mikel siempre hace
trampas con esto del dinero (qué bien le ha venido lo de la amnistía fiscal) y
también, mujer fatal, al ritmo de Let it bleed de los Rolling Stones (denuncia,
cuántas van, de la SGAE), se lleva el
Idolo Chino.
Y el telón se
cierra, y besos y abrazos, y se abre el telón y aparecemos los 17 para saludar
al público, que gran momento, no ves nada ni a nadie, pero los aplausos te
suben la adrenalina hasta el techo. Un momentazo.
En resumen, toda una
experiencia. Yo he disfrutado muchísimo estos meses. Espero que vosotros
también. Y ayer fue la guinda para el pastel. Cuando nos juntemos para cenar y
decidir qué hacemos ya comentaremos más cosas que pasaron.
En lo que me toca,
muchísimas gracias a los que me habéis felicitado por la obra. De vez en cuando
escribo cositas, pero nunca me había metido en semejante berenjenal. Me lo pasé
muy bien escribiéndola. Además me he despachado a gusto repartiendo coces y
puyazos, pequeñas venganzas, a diestro y siniestro. Y pequeños homenajes a
cierta gente que estaba entre el público. Incluso uno a Roman Polanski, que no
pudo venir pero mandó una adhesión, con una frase completa de una de sus
películas, “El escritor” (a quien dé con ella le pago una estancia de 20 días
en Lanzarote en el verano de 2098). Una vez más, eskerrik asko.
En realidad esto es
como una paella: está la base, que es el arroz, y luego cada uno pone los
tropiezos, a veces demasiado literalmente, ejem, que enriquecen el plato. Así
que la risa que pueda provocar el texto por sí mismo aumenta si, sobre el
escenario, se da con la tecla que hace que el personaje triunfe. Y ahí está el
trabajo de Cris y el de todos los demás, aportando, quitando y añadiendo lo que
en cada momento convenía.
A ver si la
grabación de Josune salió bien y podemos guardar una copia para asustar a
nuestros nietos cuando no quieran tomar la sopa. Y las fotos. En los ensayos la
hermana de nuestro querido juez hizo unas cuantas, y Josune también. A ver si
nos enteramos de alguien más que haya hecho durante la representación, para
juntarlas y ponerlas en internet para compartirlas.
Pues eso, Arantza, Julen, Iker, Josune, Txaro, Sara,
Silvia, Cris, David, Txomin, Kike, Jon, Iñaki, Alberto, Pili, Aroa, ha sido un
placer, mejor dicho, ha sido un PLACER.
Txemarx Duranxsh
En algún lugar entre
Portugal y Santurce, a 25 de junio de 2012.