martes, 26 de junio de 2012

El Idolo Chino a las siete y media

            ¡¡¡Delincuentes!!!
            Hoy toca rollo.
Lo que viene a continuación son unas reflexiones sobre lo de ayer. Se parecen mucho a las que escribí hace un año después de hacer Peter Pan con el grupo de Cristina de Iparralde. Las sensaciones son las mismas, así que lo voy a adaptar al momento actual, o sea, cambiando los datos pero manteniendo la esencia, porque, como ya digo, los nervios, el sudor, el miedo, la alegría, el subidón… han sido los mismos.
Quiero escribir esto ahora que todavía estoy con la adrenalina haciendo carreras por las venas. Se supone que era la noche anterior al estreno cuando uno no debía pegar ojo. Pues no. Ha sido la noche siguiente al estreno cuando no he podido dormir. No me ha importado mucho porque, aunque al día siguiente hay que madrugar para ir a currar, la noche en vela no lo ha sido por estar preocupado con algo, sino por estar relamiéndome por los momentos vividos a lo largo del día. Con los momentos buenos y con los de nervios, con los sudores fríos y los calientes.
Quizá alguien diría: “No ha sido para tanto. Una obra teatral fallida ocurre dos de cada cinco veces que vas al teatro, o tres de cada diez, y más comprensión hay si además el público sabe que la realizan alumnos novatos”. Puede que sí. Pero había tanta ilusión en el asunto, tanto empeño en mejorar en cada ensayo, que a mí me parece que habría sido una enorme frustración que la cosa acabara en fracaso. “Peor es que te extirpen un riñón, o que te echen del trabajo”, dirá otro. Coño, pues sí. Pero uno lleva una vida relativamente tranquila, con algún que otro sobresalto, y pocas veces se le juntan en un día tantos sentimientos contrapuestos, tantas sensaciones extremas y tantos sudores fríos y calientes. No sé vosotros, pero este día yo no lo voy a olvidar.
El recorrido que iniciamos cuando la mayoría de nosotros, allá en octubre, hicimos un círculo y dijimos nuestro nombre acompañado de un gesto, y que acabó ayer, cuando se abrió el telón por última vez para recibir los aplausos del público, ha sido un viaje que ha merecido la pena. Para algunos ha supuesto descubrir que el sentido del ridículo es derrotable, que el desparpajo en público no siempre va acompañado de sentir las mejillas rojas como tomates a la brasa.
Acabado el curso, yo creo que ha estado muy bien, que ha sido entretenido. Ya os he comentado que hace años hice un par de cursos en el TAE, pero que había aprendido más en estos dos cursos con Cristina que en los del TAE. La diferencia es que en aquella época debía estar de moda el método Stanislavski (quiero decir Stajanowski), y en las clases, en lugar de improvisaciones tirando a reales, o lúdicas, o entretenidas al menos, te decían que salieras a escena e interpretaras una piedra, que te sintieras piedra, que actuaras como una piedra, o un grifo, o una maceta. No daban mucho margen de maniobra, la verdad. Pero en nuestras clases ha habido meneo, acción, y hemos tenido un trimestre final en el que hemos tenido ocasión de saborear lo que son las tablas.
No sé mucho de estas cosas, pero las seis o siete veces antes de esta última que me he subido a un escenario ha habido un montón de ensayos, varios días a la semana durante meses. Por eso que el año pasado me pareció una osadía que Cristina nos propusiera Peter Pan, cuarenta y tantas páginas de las que se pueden quitar algunas de texto explicativo, pero bueno, un montón. El año pasado ensayamos Peter Pan unas siete veces, aparte de lo que por grupos o cada uno ha hecho por su cuenta. Pero no es lo mismo. Tú puedes saberte de arriba a abajo tu papel, pero si no lo integras con el de los demás, con sus pausas, gestos y demás, no haces más que recitar, y para eso están los poetas.
La primera obra en que participé en mayo de 2010 tenía 25 páginas de diálogos, y dura hora y cuarto. Empezaron a ensayarla siete personas en febrero de 2010, dos días a la semana, y la estrenaron a finales de octubre. Al menos siete meses ensayando. Sin cambios de decorado durante toda la representación. Así que, ¿no fue una osadía que catorce novatos se pusieran a preparar una obra de 16 personajes, 27 páginas, con cuatro cambios de escenario (ensayados una única vez, y encima salió de pena), con algo más de media docena de ensayos, alguno incluso sin directora, sólo tres ensayos de toda la obra y nunca con todos los personajes, salvo el último? Pues sí. Pero Cristina fue una directora atrevida, paciente y optimista. Me flipa cómo sabe en cada momento cómo debe actuar alguien.
Fuimos unos osados, o unos ignorantes. Yo me decía que aquello lo veía muy mal. A poco que lo comparara con la otra obra, lo de Peter Pan acababa en fracaso. Pero si Cristina, que es la que entiende, dijo que adelante, pues adelante. Pero me da que le presentas ese panorama a alguien que sepa del negocio y te dice que prefiere pintarle las uñas a una leona.
Este año hemos sido 17 personas. Cierto que algunas han tenido poco texto, pero hay que tener valor para soltar tu frase delante de un montón de gente, y también tiene su aquel lo de saber estar en un escenario sin nada que hacer y que, sin embargo, sea necesario que estés ahí porque si no la escena no está bien. A diferencia del año pasado, en este hemos podido ensayar más gracias al buen hacer de Iñaki,  engañando a sus vecinos para que nos dejaran el txoko a cambio de representar la obra en fiestas de Lasarte. Visto lo de ayer, díles que cuando quieran.
Este año también hemos sido unos osados. No unos ignorantes, porque, al menos yo, visto lo de Peter Pan, estaba convencido de que la cosa iba a salir bien. ¿Por qué? El año pasado la novia de un amigo, actriz ella, me dijo que no se sabe por qué, pero siempre sale bien. Cristina también lo decía ayer, que parece como que la gente se enchufa más ante el público. Como que te sueltas más, como que la confianza te lleva en volandas.
Cuando Cristina se fue con el técnico de sonido y nos dejó huérfanos, colgados de la brocha, aquello ya no tenía vuelta atrás, justo cuando uno deseaba más fervientemente estar en la otra punta del planeta, qué casualidad. Y unos cuantos buscando su guión para un último repaso y con el público ocupando sus butacas. De esos momentos tengo la imagen de unas cuantas personas andando de un lado a otro del escenario, como si fuéramos pacientes del frenopático en la hora del patio, cada uno a su bola, sin rumbo, sin parar, con la mirada perdida y el sudor, al menos en mi caso, fluyendo como las cataratas de Iguazú.
Y el público que seguía llegando, mientras las flautas chinas sonaban para nosotros como la música del apocalipsis, en lugar de ser el bálsamo que nos calmara antes de la carnicería.
Se abrió el telón, y en cuanto un servidor salió, colocó una silla en su sitio y puso el cuerno de la ambulancia apuntando a Júpiter, la obra empezó a rodar, y que salen Andoni y Josu y ponen voces de malos-malosos, y a rodar, y que el ídolo está manchado, y la Venus del Nilo y nadie se ríe (¿será que piensan que realmente es del Nilo y no de Milo?), y que estoy embarazada y son 4.000 euros, y la cosa iba, y que Itxaso grita como Janet Leigh en Psicosis, que Javier está muerto, pues hay que seguir con el ensayo, que si no el 24 nos cuelgan, y vamos al interrogatorio de color amarillo, y que ahora traen la pizza, que venga, que la obra tiene que acabar para las once. Y arratsalde on, buenas tardes, aparece una placa auténtica de la ertzaintza (primera denuncia que nos va a caer) en manos del comisario Patxi Goenaga, que parece que ha habido un accidente, pero no, mi comisario, que la herida inciso ¡contusa! (muy bien agente Martínez de Luko) indica que al técnico se lo han cargado. Y la gente que se ríe, muy pertinente, agente Yanguas, que qué bien le quedaba el uniforme (segunda denuncia), y de aquí no sale ni el técnico de sonido (vivo) que está con Cris hasta que esto se resuelva, y la cosa que va adelante, y yo a usted le conozco, es que soy actor, pues me voy a interrogar por allí, y pare agente Romerales, ay ay, claro, como es hijo del director, entiéndele, que está pasando una mala racha, pero tiene que ser un profesional, o el rey de un país exótico (otra denuncia), ¡y el teatro es la vida! (¿o es al revés?), y las mujeres siempre iluminando el camino de la Humanidad, hasta que pille al tontolaba que me ha robado el sacapuntas, y más risas. Y que ya les echo una mano, total, por ver las cosas desde el otro lado por una vez, y la cosa que va rodando, y el comisario también, por el suelo, y jijí-jajá, y llegan el churrero, el forense y el juez, los tres, ¡carámbanos! (aquí la academia de la lengua me va a poner una medalla por recuperar un palabro tan castizo) y Eduard Punset, que mete muchos goles en el Barça, y el CSI, y la cosa coge ritmo de crucero, y yo a usted le he condenado, que no, que soy actor, claro, mucha… venia, y aparece la dueña del teatro con un plumero, no, la señora de la limpieza, que es portuguesa, pero si no tiene bigote (toma denuncia de la embajada de Portugal), ¡¡no!! y ¡¡usted!!, y en mis cabales no están, pues yo le condeno a cadena perpetua, apabullante oiga, y que esto ya no se para. Y este muerto lo tuneo yo, pero qué estropicio, señora, y tú puedes hacerlo mejor, hijo, y mis papis osea me han pagado los mejores actors studios de Hollywood, osea y lo superflipas osea, y a todo cerdo dios le ayuda osea, que cómo corre esto, osea, ¿y tú te drogas? pues claro, y más risas, y verás hijo, puedo explicártelo todo, ¡tú te has cargado al técnico con el ídolo chino! y 6.000 euros ya, y nos vamos a Jamaica, volando vamos, y ándale-ándale-ándale, carcamal, y tu hijo, sí bueno, ya, ¡hay que ayudarle a escapar! Y cogemos impulso, que si es asesino porque no te dejan entrar en la Bataplán, a la calle en cuatro días, y ¡por mi hijo YO-MA-TO!, ojo, primeros aplausos de la noche (toma ya, uno devanándose los sesos para hacer humor inglés y los espectadores se me tronchan con Belén Esteban. Me los comeré con bechamel, a los espectadores). Y eres una mala víbora, ai, ene laztana, qué romántico, y ahora son 8.000 euros, y yo manejo las finanzas y toma y toma, y eres el mejor padre del mundo, no pasa nada (je, je), huye hijo, huye… Y vuelven el forense y el churrero, los dos, y ¿podrá recuperarse…? Ja, que este va para un funeral, ¡de vampiros caníbales! (¿existen los vampiros caníbales?), y vuelve la autoridad, que esto es muy duro, Kepa, aunque no sé, no hay cuchilla que pueda con esos cañones (jua, jua), pero qué meneo tiene, y yo la becaria, y ahora resucitamos a los Village People, y el público que se jarta de reír, y lo resumo, y rigos mostis, y no me toque, y tapa de recipiente verde, huy la virgen, coliflor con sesos o viceversa, y qué plumero tan cabaretero, ¡datos! ¡datos!, y vamos llegando a la tercera mitad del siglo XXI, cuando empiezan los monólogos, gran momento, emotivo, claro que sí, Alberto, segundos aplausos de la noche, se tiró a la piscina sin saber si había agua, y salió sin un rasguño, aunque tenía el parietal abollado y con arcadas por lo de la coliflor, y la ética y las finanzas, y otorrinolaringólogo, y qué agobio, y, para mi la frase más redonda de toda la obra (yo creo que Billy Wilder, Woody Allen, Groucho Marx, Monty Python, Les Luthiers, Quino y toda la corte celestial que me ha concedido este humor tan retorcido, me dio con la varita en el cráneo cuando se me ocurrió): “Justo en la página del horóscopo, y acertaba de lleno: Piscis, un suceso inesperado le abrirá la mente a los misterios del Lejano Oriente”. Y encima rima. Con esta sí que me he reído yo solo, a carcajada limpia.
Y aparece el autor (muchísimas gracias, Natxo, qué susto les diste a los konpiñeros), y Otelo, y el estilete florentino, y las vitrocerámicas, y los calzoncillos amarillos no en su totalidad, y estos desgarramantas, y sin cochinadas oiga, aquí los Rollings, y no me claves tus puñales.
Y se abre el telón y de cabeza hacia la meta, y que casi me ponen al muerto anunciando colonia, y que es de los chinos, Zhonghuá Rénmín Gònghéguó, y a mí me gusta el pípiribipipí (así, con dos acentos), pero si es una mierda… ¿quién fue a comprarla? eeeh, yo, y volví al de dos días y había una chatarrería, “Familia Txillida” (otra denuncia, pero es que a estos sí que les tenía ganas), y que llega el final, y ¿quién falta? Josu, el hijo del director, y no hay fin que por bien no venga (¿cómo dice?), ¡de eso nada! y cuidado que el agente Kepa desenfunda la porra (auténtica, otra denuncia), y hasta que el Athletic gane UNA Copa del rey (qué jodido eres, que al final lo dijiste), y la cosa rueda, pim, pam, pum, y nosotros también, y el asesino es… ¡Josu! (que lo sabíamos hace media hora, por esto de las vitrocerámicas), y es que tenía una razón, que voy a vomitar, no, era el amor, y baje que de aquí se le oye mejor, y este qué se habrá tomado, y que me esperarás, toda la vida, hijo mío, bueno sí, pero una no es de piedra, y para qué habré vuelto, y no cambies de tema, chaval, y Kepa al tejado, y adiós, ¡vuelve! ¡pues me pongo bigote! ¡dame el papel! Y conseguimos salir por el pasillo sin caernos ninguno, y Xabi que se fuga, y Edurne, mujer fatal, que se lleva los ¿4.000? ¿6.000? ¿8.000? no sé, Mikel siempre hace trampas con esto del dinero (qué bien le ha venido lo de la amnistía fiscal) y también, mujer fatal, al ritmo de Let it bleed de los Rolling Stones (denuncia, cuántas van,  de la SGAE), se lleva el Idolo Chino.
Y el telón se cierra, y besos y abrazos, y se abre el telón y aparecemos los 17 para saludar al público, que gran momento, no ves nada ni a nadie, pero los aplausos te suben la adrenalina hasta el techo. Un momentazo.
En resumen, toda una experiencia. Yo he disfrutado muchísimo estos meses. Espero que vosotros también. Y ayer fue la guinda para el pastel. Cuando nos juntemos para cenar y decidir qué hacemos ya comentaremos más cosas que pasaron.
En lo que me toca, muchísimas gracias a los que me habéis felicitado por la obra. De vez en cuando escribo cositas, pero nunca me había metido en semejante berenjenal. Me lo pasé muy bien escribiéndola. Además me he despachado a gusto repartiendo coces y puyazos, pequeñas venganzas, a diestro y siniestro. Y pequeños homenajes a cierta gente que estaba entre el público. Incluso uno a Roman Polanski, que no pudo venir pero mandó una adhesión, con una frase completa de una de sus películas, “El escritor” (a quien dé con ella le pago una estancia de 20 días en Lanzarote en el verano de 2098). Una vez más, eskerrik asko.
En realidad esto es como una paella: está la base, que es el arroz, y luego cada uno pone los tropiezos, a veces demasiado literalmente, ejem, que enriquecen el plato. Así que la risa que pueda provocar el texto por sí mismo aumenta si, sobre el escenario, se da con la tecla que hace que el personaje triunfe. Y ahí está el trabajo de Cris y el de todos los demás, aportando, quitando y añadiendo lo que en cada momento convenía.
A ver si la grabación de Josune salió bien y podemos guardar una copia para asustar a nuestros nietos cuando no quieran tomar la sopa. Y las fotos. En los ensayos la hermana de nuestro querido juez hizo unas cuantas, y Josune también. A ver si nos enteramos de alguien más que haya hecho durante la representación, para juntarlas y ponerlas en internet para compartirlas.
Pues eso, Arantza, Julen, Iker, Josune, Txaro, Sara, Silvia, Cris, David, Txomin, Kike, Jon, Iñaki, Alberto, Pili, Aroa, ha sido un placer, mejor dicho, ha sido un PLACER.
Txemarx Duranxsh
En algún lugar entre Portugal y Santurce, a 25 de junio de 2012.

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