viernes, 27 de enero de 2012

Jon Maia marcado a fuego

La Diputación de Gipuzkoa ha propuesto,  y el Ayuntamiento de Donostia ha apoyado, contratar como asesor a Jon Maia para difundir por el herrialde el proyecto de capitalidad cultural europea Donostia 2016. Y PNV, PP y PSOE ya se han posicionado en contra, lo cual es muy lógico, pues la labor de toda oposición es oponerse a todo por principio, algo a lo que por desgracia ya nos hemos acostumbrado. Pero lo llamativo esta vez es que el PP aduce que Jon Maia está "demasiado marcado políticamente". Dicen que ha participado en actos a favor de los presos de ETA.
Está claro que Jon Maia está marcado políticamente, o dicho en lenguaje no nazi, Jon Maia es una persona interesada en los problemas y circunstancias de la comunidad en la que vive, es decir, que le interesa la política. Y es que es raro que en Euskal Herria haya algo que no esté tocado por la política. Quizá un perchero que tengo en el pasillo, y tampoco estoy seguro. Así que aquí casi todos y casi todo está "marcado" por la política. Lo curioso es que el PP lance como una acusación el interés por la política, como si esto fuera algo nocivo, y resulta que muchos en el PP viven de ello.
Pero en este caso lo que está más que claro es que Jon Maia es infinitamente más conocido por su labor cultural (variada y extensa) que por su labor política, y el puesto para el que se le propone es netamente cultural. Quizá el PP querría que hubieran nombrado a Fernando Savater, o a Consuelo Ordóñez, siguiendo con la política de dar trabajo a una parte de las víctimas, ya que ahora no les dan estancos y loterías. Pero estos candidatos también estarían "marcados políticamente", pues si por algo se les conoce, más que por otra cosa, es por poner a parir a nacionalistas y separatistas. Algo así como cuando nombraron a Jon Juaristi director del Instituto Cervantes. Quizá algún ingenuo pensó que lo nombraron por sus libros (su libro, que siempre es el mismo pero cambiando los capítulos de sitio), pero me da que no: era la recompensa por su ardor guerrero en el conflicto del Norte.
En fin, lo de siempre, retorcer el lenguaje para convertirlo en un arma de guerra, y esa costumbre tan hispana de ver la paja en el ojo ajeno y no la catedral que tienen en el propio. No sé ni de qué me extraño.

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