viernes, 26 de marzo de 2010

Muerte de un fascista

Parece ser que hoy ha muerto Enrique Villar, quien fuera varias cosas, y todas malas, en la política vasca (concejal, parlamentario, ejecutiva de AP, del PP, ...). Se jubiló como delegado del gobierno de Aznar en la Zona Especial Norte. Y fue en esa época cuando más asomó la pata fascista que llevaba dentro. O cuando más cancha se le dio.
Dice el obituario de la caverna franquista del siglo XXI, El Mundo para entendernos, que fue "controvertido hasta sus últimas consecuencias", “bestia negra del nacionalismo vasco”, “valiente, decía lo que pensaba, sin morderse la lengua”, “criticó con vehemencia la deriva soberanista del PNV, incluso llegó a calificar de "asesinos" a esta formación y EA”, “frases como que abundan los nombres vascos entre los detenidos por kale borroka o que no le temblaría la mano para impedir un referéndum”. Y lo que han dicho sus colegas de banda cuatrera, “un hombre con firmes convicciones y enamorado de Vitoria”.
En fin. Cómo se estira el lenguaje cual espuela a las cinco de la mañana.
A esta gentuza le parece bien que este tipejo llame asesinas a una serie de personas gratuitamente. Si se lo llamaras a ellos hay que ver cómo se pondrían. A injuriar le llaman ser controvertido, valiente (con un regimiento de escoltas cualquiera), vehemente. Yo le vi en cierta ocasión tirarse a por un joven que al cruzarse en la calle le dijo:”Presoak kalera”. Y allá que se iba el demócrata con toda su vehemancia a sacudirle. Menos mal que le agarraron los escoltas. Pero allá se quedó pegando voces, sin morderse la lengua.
Como este tipejo hay muchos, y prolijo sería pasar por esta piedra a todos, no habría bytes suficientes en la red para todos ellos. Pero por lo que este hijo de su madre se hace acreedor a este apunte es por lo que dijo en cierta ocasión hablando de le eventual independencia de Euskal Herria. Eructó que en ese caso, y dado que la mayor parte de las relaciones comerciales de este país eran con España, lo que habría que hacer era un boicot absoluto en todos los sentidos a los vascos. Un auténtico mafioso, un sinvergüenza, un canalla. Un típico producto de la España Imperial que tanto añoran los fascistas españoles aún antes del franquismo, los españoles de bien, los que no veían ponerse el sol en sus posesiones, los que cada vez que una colonia conseguía la independencia lo sentían no con respeto hacia la decisión libremente tomada por una colectivo de personas, sino como la traición de unos separatistas desagradecidos y la pérdida de algo que, aunque nunca debió ser de ellos, consideraban que sí que lo era porque ellos habían conquistado esas tierras. Masacrando y esclavizando a los que antes las habitaban, pero eso son temas menores. Así es esta gentuza. Y aún se extrañan de que nos queramos dar el piro.

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